La tecnología aplicada a la industria automotriz renunció a herramientas tradicionales. La nueva forma de abrir y cerrar puertas y encender y apagar el motor de un automóvil prescinde de las llaves físicas. Ofrece soluciones de comodidad y logística, y recibe diferentes denominaciones: llaves de presencia, llaves de proximidad, llaves inteligentes, llaves sin contacto. Pero una reciente investigación periodística develó su carencia de intuición y su amenaza.

Un relevamiento de The New York Times asoció este novedoso sistema de arranque a la muerte y las lesiones de ciudadanos estadounidenses. Asegura que 28 personas murieron y otras 45 sufrieron daños cerebrales desde 2006 por inhalar el monóxido de carbono que emanaba de los autos que previamente habían dejado encendidos. Como estos modelos suelen tener además motores muy silenciosos, los usuarios se olvidaban de apagarlos al no percibir ni identificar el ruido ni el movimiento de la unidad.

La principal causa de estos fallecimientos radica en el olvido y el diseño poco intuitivo de estos dispositivos. Los propietarios de estos automóviles no recuerdan que deben apagar el motor cuando los estacionan en el garage de su casa. Los gases incoloros, inodoros e insípidos que emergen del caño de escape se filtran en las viviendas con la amenaza de provocar un envenenamiento dañino para los órganos vitales y potencialmente letales.

Algunas automotrices ya tenían mecanismos de prevención y otras se ajustaron a estos requerimientos, pero por ahora no se formalizó una estrategia uniforme, común y obligatoria. Los modelos de Ford se apagan media hora después si no registra actividad; los de General Motors cuentan con apagado automático; BMW, Volkswagen y Mazda disponen de un sistema de alarmas; y en modelos de Toyota y Lexus se activan cuatro señales audibles que denuncian que el motor sigue en marcha.

Desde la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés) surgió una nueva reglamentación alineada con la advertencia de la SAE. Exigieron que se decretara una ley que obligara la instalación de un nuevo software: su función era avisarle a los conductores que se levantaron del vehículo sin apagar el motor. The New York Times aseguró que toda la industria automotriz se negó.